SINOPSIS

“Faro” es un espectáculo flamenco inspirado en la poesía del faro. Fue creado especialmente para una gira que en verano de 2017 recorrió algunos faros de España. Empezando en el norte, en el asturiano Faro de Peñas, visitando Avilés y el Faro de la Cerda de Santander, seguimos en el sur desde el Rompido en Huelva a Sacratif en Granada y recorrimos levante de Cartagena a Tarragona para acabar en Cádiz, cuyo faro permanece en los primeros recuerdos de infancia de Eduardo Guerrero.

Escenario de tormentas y esplendidos amaneceres, de partidas y alegres encuentros, testigo de innumerables batallas y mágicas celebraciones, el faro acoge el baile de Eduardo Guerrero con la
misma naturalidad que disfruta de espectaculares y nostálgicos atardeceres.

Es “Faro” una obra sin guion argumental, donde degustamos diferentes palos flamencos y versiones de míticas canciones que se han inspirado en su estampa. En “Faro” se intercalan números musicales con el baile de Eduardo de manera que el espectáculo va in crescendo. De escueta y blanca escenografía, deja protagonismo al color del vestuario y a las magníficas y precisas coreografías. La esbeltez y elegancia del faro encajan con la figura de Eduardo como el mar y las olas que ilumina.

ELENCO

BAILE
Eduardo Guerrero
CANTE
Anabel Ribera y Manuel Soto
GUITARRA
Javier Ibáñez
DURACIÓN
60 minutos

FICHA ARTÍSTICA

DIRECCIÓN
Eduardo Guerrero
DIRECCIÓN MUSICAL
Javier Ibáñez
COREOGRAFÍAS
Eduardo Guerrero
DISEÑO DE SONIDO
Félix Vázquez
MÚSICA Y LETRAS
Joan Manuel Serrat, Horacio García,
Félix Luna, Ariel Ramírez,
A.Solana, Javier Ibáñez  y
letras populares
ILUMINACIÓN
Antonio Valiente
COORDINACIÓN ARTÍSTICA
María Torrejón
VESTUARIO
Antonio Parra
CALZADO
Begoña Cervera
FOTOGRAFÍA
Fidel Meneses, Félix Vázquez y
Paco Lobato
PRODUCCIÓN
CÍA Eduardo Guerrero
DISTRIBUCIÓN
María Torrejón
IDEA ORIGINAL
Eduardo Guerrero

Prensa

Pellizco Flamenco – Víctor Ruiz de Morales 12/03/2019
EDUARDO GUERRERO GUSTÓ Y SE GUSTÓ

Se presentó en Granada un “Guerrero” incansable, de aspecto felino, que baila el silencio, sin sonido alguno, creando tensión para explotar con lances de frenéticos taconeos, que siendo su punto fuerte podrían resultar excesivos para algunos de los presentes y geniales para la mayoría. El trémolo de la guitarra y un esbozo de una escobilla nos va introduciendo en una caña, que va alternando silencios con los primeros “ayeos” tan característicos de este palo. Guerrero ya deja ver su virtuosismo con los pies y se deja no menos de mil calorías para empezar.
Subido en un escalón de madera no más grande que una loseta interpretó un zapateado. Con la rapidez del taconeo y la nitidez con que sonaba aquella caja de resonancia, Guerrero terminó de ganarse al público y sabedor de ello se fue creciendo para terminar con unas alegrías rematadas por bulerías de Cádiz con el público en pie antes de acabarlas. Gustó y se gustó Eduardo Guerrero.

Flamencomanía – David Montes 07/08/2018
UN AMOR EN CADA PUERTO

Al no tener guión argumental alguno, se disfruta de forma unitaria de diferentes palos flamencos como la caña, las alegrías, los tangos, la seguiriya y las bulerías, donde se ve a un Eduardo Guerrero con carácter y personalidad. Gestos, formas, maneras de ocupar el espacio están haciendo de él un bailaor diferenciado del resto y eso se agradece. Hoy en día donde todo es velocidad y un sin fin de movimientos que nunca terminan
de decir nada, es una satisfacción ver cómo se puede parar el baile, como se puede maridar la danza con el flamenco y cómo es posible seguir siendo original sin perder los cánones flamencos.

Diario De Cádiz – Fran Pereira 05/03/2018
UN MAR DE SENSACIONES

Como si de un cicerone se tratase, Eduardo Guerrero se asoma al mar para contar sus secretos, para acercarnos a ese faro que ilumina su camino y que llena de vida sus noches oscuras. Lo hace, como siempre, de forma elegante, sutil y con una propuesta de corte clásico en la que encontramos pequeñas historias que se suceden sin ningún hilo argumental. Da importancia total al baile, sin olvidar los detalles, que también son necesarios. Caña, tangos, seguiriyas y alegrías conforman los pilares del montaje, al menos en cuanto al baile. Bajo ese manto se mueve Eduardo Guerrero, un bailaor que sólo con su presencia llena la escena. Tiene empaque, hechuras, personalidad, y ha aprendido a dominar la situación con una facilidad que asusta. Su poderío físico es abrumador y su baile es capaz de acariciarte, de embriagarte o de pulsar la fibra, pues mide el tempo con la precisión de un reloj. Cuando se para, bracea y se gusta, como al bailar por alegrías, cuando se
desboca, es un tsunami con los pies, como demuestra en la caña y la seguiriya, y cuando tira de improvisación es imparable.
Eduardo es cada día que pasa más grande sobre el escenario, y su versatilidad va más allá de una coreografía, un braceo o una carretilla, por mucha dificultad que éstas tengan. Está dotado de algo especial que cuando se enfrenta al público acaba por cautivarlo haga lo que haga.

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